Entre los pesares que es ir a la FIL, y es que padezco algo de agorafobia en su sentido estricto, encontré muchas novedades, pero lo mejor de todo fue encontrar ediciones nuevas de libros escasos en librerías. Por ejemplo, capturé ni bien lo vi, la edición de bolsillo de La virgen de los sicarios de F. Vallejo, o también por ahí encontré los Suicidios ejemplares de Vila-Matas; lo que no encontré fue su último libro de cuentos. En fin, cosas que pasan.
Por otro lado, no quise oír las conferencias de los autores, únicamente pasé un rato por el recital de Gonzalo Rojas; y ni qué decir sobre el movedor de masas; Vargas Llosa, la sala Ricardo Palma era la causante ayer por la noche de que toda la FIL sea un caldero. A lo que sí fui y no me permitía irme sin antes saludarlo era a Pedro Lemebel, en pocas palabras, qué rico xxxxx. Son pocas las personas que tienen ese espíritu incandescente que hacen reír a cualquiera, más aún si es por su literatura. Cabe decir que se agotaron todos los ejemplares de cualquier obra de Lemebel en la Feria.
De ahí, poco más.
La Frase Lesiva
Me la dio una niña. Resulta que al momento de pagar mi entrada, un padre no tan viejo al parecer rodeado de lo que serían sus tres hijas, supongo, les comenta que qué bueno que ustedes no vayan a pagar nada. Por qué, le pregunta una, la más enana.
-Menores de doce y mayores de setenta años no pagan entrada, mi amor.
-¡Papá! –dice la enana, y le suelta un manotazo- ¡Por qué no tienes setenta! Si tú tuvieras setenta años no pagabas tampoco.
-Sí, mi amor, no te preocupes, me falta poco. Treinta añitos, nada más.
Por otro lado, no quise oír las conferencias de los autores, únicamente pasé un rato por el recital de Gonzalo Rojas; y ni qué decir sobre el movedor de masas; Vargas Llosa, la sala Ricardo Palma era la causante ayer por la noche de que toda la FIL sea un caldero. A lo que sí fui y no me permitía irme sin antes saludarlo era a Pedro Lemebel, en pocas palabras, qué rico xxxxx. Son pocas las personas que tienen ese espíritu incandescente que hacen reír a cualquiera, más aún si es por su literatura. Cabe decir que se agotaron todos los ejemplares de cualquier obra de Lemebel en la Feria.
De ahí, poco más.
La Frase Lesiva
Me la dio una niña. Resulta que al momento de pagar mi entrada, un padre no tan viejo al parecer rodeado de lo que serían sus tres hijas, supongo, les comenta que qué bueno que ustedes no vayan a pagar nada. Por qué, le pregunta una, la más enana.
-Menores de doce y mayores de setenta años no pagan entrada, mi amor.
-¡Papá! –dice la enana, y le suelta un manotazo- ¡Por qué no tienes setenta! Si tú tuvieras setenta años no pagabas tampoco.
-Sí, mi amor, no te preocupes, me falta poco. Treinta añitos, nada más.
1 comentario:
Muy bueno tu blog, Luis. Compré la antología de la cual formas parte. Y cuando terminé de leer tu cuento volví a leerlo. Me dejó con los ojos bien abiertos por varios segundos.
Saludos, Jesús Jara.
Publicar un comentario