Al trabajo ha llegado mi nuevo jefe con el que, después de unas horas, mantengo una amena conversación de literatura hasta que hablamos de libros que nos gustan y dice:
-... pero hijo, para mí el que presta libros es un idiota, y aquel que devuelve un libro es doblemente idiota.
Le hago un gesto políticamente correcto y luego agrego:
-Ah, no. Eso sí que no. Yo los regalo.
Me mira y sonríe, piensa que estoy jugando.
-... pero hijo, para mí el que presta libros es un idiota, y aquel que devuelve un libro es doblemente idiota.
Le hago un gesto políticamente correcto y luego agrego:
-Ah, no. Eso sí que no. Yo los regalo.
Me mira y sonríe, piensa que estoy jugando.
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