Es, sin lugar a dudas, una característica envidiable. Que Vargas Llosa tenga el ímpetu, las ganas, cual su mejor época como escritor, para viajar e introducirse a un mundo ajeno y tratar de utilizarlo en una novela, me parece envidiable. Ya quisiera yo tener esa fuerza.
En el segundo encuentro internacional de literatura en español, organizado por la Fundación Santillana y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, el escritor peruano y su obra fueron el centro de atención. Entre otras cosas, al final de la velada, mencionó sus intenciones por ambientar su próxima novela en el Congo, introducirse en el país africano y recorrer el río del mismo nombre. (Más información aquí.)
Si la aventura y la recolección de datos tienen como resultado una novela de la talla de La guerra del fin del mundo, tendremos próximamente en nuestras manos otra obra intachable del autor. Tal nos sorprenda con otras de esas radicales masas humanas como la que abanderaba El profeta.
Conozco a varios amigos que viajan y otros que viajan para poder inspirarse y recopilar información para sus proyectos artísticos, es una tarea ardua, no me cabe dudas. Por ello mi mención a que es una característica envidiable, no digo.
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