domingo, abril 29, 2007

Algunas anécdotas con José Watanabe

Sinceramente cuando leí la noticia de su fallecimiento, sin haberlo conocido intimamente y -acepto- sin ser un adepto a su literatura, me sentí tocado en lo profundo. Una lástima algo extraña, ya que me hizo sentirme peruano; algo raro en mi. Digo esto, pues soy conciente que el poeta José Watanabe era una de las últimas voces respetadas, no solo en el Perú, no solo en España, sino en toda Latinoamérica. Me sentí más peruano porque sentí que algo de cierta manera mio se había ido.

La vez que lo conocí, no diré que fue en un café, en un bar o incluso en su casa. Simplemente lo conocí en una clase en noviembre del año pasado, gracias a mi queridísima profesora Guisela Gonzales. Se le veía una persona muy apaciguada, como si las tantas batallas del pasado habían causado en su alma, por fin, un poco de tranquilidad. Aún recuerdo cuando le pregunté ¿cómo se sentía al ser catalogado uno de los 4 mejores poetas actuales en el Perú?, según una encuesta dentro de un conocido blog. El poeta, simple y serenamente, me respondio algo así: ...yo no he cambiado en nada. Nos habló de su infancia, de su sencilla pero no menos impactante poética, de como creó el poema Piedra alada, por ejemplo. Lo diré con algunos cambios realizados por mi pesada memoria.

"Iba yo caminando por una playa del norte, sin alguna necesidad en especial, tan solo caminaba por el malecón, cuando, de repente, noté entre las piedras golpeadas por el mar a una roca muy interesante. Era una piedra de mediano tamaño que pegado a ella tenía una ala. Supongo que eran los restos de algun pajaro del lugar. Apenas vi esa imagen, a mi mente se vinieron muchas hipótesis de cómo habían llegado esas plumas a pegarse a la piedra y lo irónico que me representaba la imagen. Después, ya en mi casa, escribí el poema." Mientras nos contaba esa anécdota su rostro nunca dejó de imanar esa paz que él de una manera muy peculiar transmitía.

Otra anecdota, y la última que en este recuerdo les dejo, fue un pequeño error dentro de la labor de la escritura. Llegó un momento dado en la clase que quizo, por iniciativa propia, recitarnos unos cuantos poemas. Tratando de esta manera de explicarnos su proceso de creación, siendo muy amable de su parte. Watanabe nos decía que él escribía lo que veía y, como sabrán, de lo cotidiano hacía manjares en la escritura. El poeta comenzó a recitarnos unos cuantos poemas de una antología suya de una muy conocida editorial. Y cuando leía uno de éstos, se dio con la sorpresa que en vez de "burbuja" habían tipeado "bruja", cambiando así totalmente el sentido que él quería dar a su obra. Nos reímos mucho. La historia era más o menos la siguiente. Resulta que cuando fue -no me acuerdo por qué motivo- a una morgue, se encotró en determinado momento junto con unos alumnos, sabe dios de qué universidad, observando cómo iban a abrir el craneo a un muerto. Todos permanecían latentes por las ansias de ver el cerebro de una persona cuando, como si el muerto diera un último chispazo de vida, salió de entre su cabeza una inmensa burbuja de color amarillento. Aunque con cierto susto, después de un instante, todos asimilaron la peculiaridad del acto. Y eso era lo que Watanabe quería plasmar, los ultimos rasgos de vida de un muertito. No una bruja que sale de la cabeza de un muerto. Errores de imprenta, finalmente, nos dijo.

El jueves 26 de abril, a las 11:30 de la mañana aproximadamente, se nos fue uno de los grandes poetas peruanos. Una persona como muy pocas dentro de este circulo.

FRASE LESIVA DEL AUTOR
-¿Esperas algo de este gobierno en cuanto a cultura?
-No espero nada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo como si fuera ayer esa clase con la profesora Gonzales. Había sosiego en él y también en sus palabras, como si con esa forma de ser supo dosificar y calmar todo sus visiones y experiencias.

Y yo, apurado, preguntándole, acerca de su poética, si él utilizaba sus obsesiones para escribir. Watanabe sonrió, y dijo algo así como que los poetas no son locos, o son como cualquier otra persona, pero que dramatizan realidades. No me acuerdo muy bien.

Espero que con la misma paz que ofrecía, con esa misma tranquilidad háyase ido a algún lugar mejor.

D.A.

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Quisiera haberlo leido antes de que muriera... al menos lo hare ahora.

saludos

Anónimo dijo...

NUNCA LO LEÍ A PESAR QUE OÍ HABLAR DE EL... PERO SIENTO QUE SE FUE EN UN MOMENTO EN EL CUAL LO NECESITÁBAMOS MÁS QUE NUNCA...